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12 abril, 2021La crisis Rusia-Ucrania: entre la “guerra híbrida” y los anhelos de integración atlántica. Algunas reflexiones geopolíticas. por Silvia Marcu
La doctora Silvia Marcu ha escrito el siguiente texto de gran interés que incorporaremos a la sección «Debates de actualidad» de la web de la AGE.
La crisis Rusia-Ucrania: entre la “guerra híbrida” y los anhelos de integración atlántica. Algunas reflexiones geopolíticas
Silvia Marcu
Durante la última semana, Rusia levantó la señal de alarma para la comunidad internacional, al agudizar, nuevamente, las tensiones en su frontera con Ucrania. La reciente muerte de dos soldados ucranianos, levantó sospechas relacionadas a una posible ofensiva que podría traspasar las zonas del Este de Ucrania, situadas bajo el control ruso, para ampliarse a todo el territorio del país. Este hecho podría conducir a una escalada dramática del conflicto entre los dos países, que tiene una duración de más de siete años. Los socios occidentales de Ucrania, empezando por Estados Unidos y Gran Bretaña respondieron a la amenaza, ofreciendo su “apoyo” para mantener la soberanía de Ucrania y pidiendo a Rusia poner freno a sus acciones agresivas.
Para poder comprender la realidad de la perpetua crisis entre Ucrania y Rusia debemos reflexionar sobre el concepto de “guerra híbrida”, según la cual, Rusia interviene en Ucrania mediante dos tipos de fuerzas: por un lado, a través de los grupos armados no convencionales (el servicio de espionaje) y por el otro, a través de las fuerzas militares. Sin embargo, en este juego geopolítico, aparece una pregunta lógica: si el derecho internacional califica las acciones rusas como agresión, y las evidencias muestran que Rusia lleva a cabo una guerra híbrida en Ucrania, ¿por qué la comunidad internacional no reconoce, abiertamente, la existencia de una guerra entre estos dos estados? La respuesta a esta pregunta puede encontrarse en la naturaleza cambiante de la guerra que se adapta cada vez más a las realidades tecnológicas, sociales, políticas y a unos equilibrios de poder existentes en el sistema internacional.
De este modo, ni Rusia, ni Ucrania, ni el Occidente parecen interesados reconocer una guerra interestatal. En realidad, el Acuerdo de Minsk (compuesto por representantes de Ucrania, Rusia y de la OSCE) pone de manifiesto el reconocimiento de la legitimidad de los separatistas. De modo indirecto, por lo tanto, se reconoce la existencia de un conflicto civil. (Tratado de Minsk, Parlamento Europeo, 2015).
Volviendo a los acontecimientos ocurridos durante estos días, algunos factores conllevan a pensar una potencial invasión rusa en un futuro. En tal sentido, es importante tener en cuenta que el presidente ruso está gestionando a su favor las elecciones parlamentarias de este año, 2021, con el telón de fondo de una caída de la popularidad de su partido, “Rusia Unida”. En tal sentido, un despliegue militar en Ucrania podría revitalizar la popularidad de Vladimir Putin en su país. Si el Ejército ruso cruzara, realmente, la frontera, adentrándose en el territorio de Ucrania, se podría iniciar una etapa completamente nueva en el conflicto, que podría llegar a tener implicaciones graves para la seguridad internacional.
Teniendo en cuenta esta realidad, se pueden extraer dos hipótesis:
1) Por un lado, podríamos considerar que Moscú intenta ocupar una posición de fuerza para intimidar al presidente de Ucrania, Zelenski (que, durante los últimos meses, atacó directamente a los aliados de Kremlin) y también, poner a prueba la posición del nuevo presidente americano Biden. Es relevante, además, recordar los anhelos de Rusia de recuperar los territorios de su anterior esfera de influencia (hasta 1991) y su poder sobre los países que antes formaban parte de la URSS. A ello se suma el hecho de que, durante los últimos meses, la UE impuso sanciones contra un número importante de oficiales rusos, limitando al mismo tiempo, los negocios con los bancos y las empresas energéticas de Rusia. Una amenaza con el bloqueo del gaseoducto Nort Stream 2 podría también obligar a Rusia a tomar medidas. Sin embargo, las más fuertes amenazas para Rusia, serían que tanto la UE como la OTAN ofrecieran a Ucrania una perspectiva de integración en sus estructuras.
2) Este hecho se vincula a la segunda hipótesis, según la cual, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelinski aprovecha la existencia de tropas en las fronteras con Ucrania para solicitar a la OTAN la integración de su país en sus esquemas de cooperación, como la única modalidad de poner fin a la guerra. Según el presidente de Ucrania, un plan de acción para la adhesión de su país a la OTAN frenaría las intenciones de cualquier ataque por parte Rusia. Como recordaremos, los separatistas apoyados por Rusia, lucharon con las fuerzas de Ucrania en Donbass desde 2014.
Sin embargo, como era de esperar, Estados Unidos rechazó abordar, por ahora, el sensible asunto de la integración de Ucrania en la OTAN, precisamente por la guerra híbrida, aceptada por el Occidente, y la falta de implicación en la región.
La historia reciente de la Europa del Este, en los últimos treinta años, pone de manifiesto que ni la OTAN ni la UE incluirían en sus esquemas de cooperación a los países de la Vecindad Próxima de Rusia, (Moldavía, Ucrania, Georgia) hasta que no se resolvieran los conflictos abiertos y congelados de sus territorios (por ejemplo, Osetia, Abjasia, o Transnistria). En consecuencia, la respuesta del Occidente, con algunas excepciones neutrales por parte de algunos países de la UE es, por ahora “de apoyo” a Ucrania, de “amenaza” hacia Rusia, y al mismo tiempo, de la “no intervención”, dejando de este modo un escenario abierto hacia futuras confrontaciones en el marco de la guerra híbrida existente entre los dos países.
9 de abril de 2021