Coronavirus y Geoforo
27 marzo, 2020#AGEgeógrafas8M. Concepción Sanz Hérraiz
27 marzo, 2020Entrevista al catedrático de Geográfica Física de la Universidad de Barcelona Javier Martín Vide.
El caso Pinatubo,¿puede ocurrir lo mismo con el coronavirus?
En 1991 y en el 2001 ocurrieron dos importantes sucesos que permitieron a los científicos aprender valiosas lecciones sobre cambios en la atmósfera
Mientras las medidas de confinamiento tratan de doblegar la curva de contagios del coronavirus, hay una que no consigue frenar su ascenso, al menos de momento. Se trata de la evolución que mantiene el dióxido de carbono, principal gas de efecto invernadero. El pasado febrero el CO2 alcanzó 414.11 partes por millón. La cifra en el mismo mes del 2019 fue de 411.75 ppm.
Todavía es pronto para saber el impacto que la crisis sanitaria que afecta a muchos países del mundo, especialmente del hemisferio norte, pueda tener en la concentración de dióxido de carbono. «El efecto más rápido y visible de la pandemia en la atmósfera ha sido la disminución muy notable de la contaminación en nuestras ciudades. Por tanto, este ha tenido un efecto beneficioso en la calidad del aire que respiramos, que pertenece al ámbito de la salud pública. Así, por ejemplo, ha habido una reducción muy notable de la concentración de NO2 y de las partículas, todo esto a nivel local» explica el catedrático de Geográfica Física de la Universidad de Barcelona Javier Martín Vide.
Otro caso diferente es la influencia que pueda ocasionar este parón forzoso a nivel planetario. En esta escala el gas que debe considerarse es el CO2. «Es de esperar una disminución de las emisiones por el menor consumo energético fósil, al disminuir el tráfico y también la actividad industrial. Esto se comprobará pasados unos meses, como ocurrió, en alguna medida, durante la crisis económica de finales de la primera década del siglo actual. La importancia de esta reducción dependerá en gran medida de la duración de la pandemia y de las medidas restrictivas consiguientes», añade Martín Vide.
Si la presencia de este gas desciende, la siguiente pregunta que surge de manera natural es ¿puede caer en consecuencia la temperatura media del planeta? «En la época actual, ya con modelos, eso pasó en 1991 durante la erupción del Pinatubo, pero solo se cuantificó el efecto posteriormente», reconoce el meteorólogo Juan Taboada. Tras la intensa explosión del volcán, las cenizas alcanzaron la estratosfera y, desde allí, frenaron parte de la radiación solar que llega a la superficie. La temperatura media de la Tierra disminuyó entre 0,5 y 0,8 grados.
Tras los atentados del 11 de septiembre del 2001 la comunidad científica pudo estudiar la influencia de las estelas de los aviones en el clima. Durante los días posteriores se suspendió el tráfico aéreo en todo el país. No se formó ninguna estela y además coincidió con una situación anticiclónica. Los investigadores comprobaron que sí tenía influencia. Esos días se registraron valores térmicos algo más elevados.
Con la crisis del coronavirus, los científicos podrían obtener nueva información sobre cómo actúa el dióxido de carbono en la temperatura media, algo vital para realizar modelos climáticos. De una forma u otra, los climatólogos obtendrán lecciones importantes de esta crisis. «No podemos ser optimistas pensando que esto evitará el calentamiento global, porque probablemente la reducción de las emisiones por causa de la pandemia será coyuntural, mientras dure el coronavirus. Sin embargo, sí que puede ser este el momento oportuno para, aprovechando la contención en nuestros consumos y en nuestra movilidad, reflexionar seriamente sobre un uso futuro de los recursos del medio más sostenible y una generación de residuos mucho más comedida», apunta Martín Vide.